sábado, 24 de octubre de 2009

la familia


Estudiando los regimenes matrimoniales para la prueba de Civil, fue inevitable pensar en la familia, y ver la concreción misma de las ideas de Bello de hace más de dos siglos.

Desde niño he podido advertir en mi propia familia un esquema simple y sencillo, que hoy llamaríamos el de una familia tradicional - para los más conservadores, bien constituida- en que padre y madre se casan, tienen hijos y asumen roles diversos que convergen en el mantenimiento del hogar común y la crianza de los niños.

Es así como desde muy niño he podido ver a mi padre salir rumbo al trabajo, acompañado de muchos maletines a lo largo del tiempo (unos muy simples, otros complejos con claves de 3 dígitos, y el más moderno con rueditas) en el que se pierde para mí de mis recuerdos y no vuelve acaso sino alrededor de las 7 u 8 de la tarde, premunido del mismo maletín, acaso con papeles y pruebas, saludándonos a todos y especialmente a mi madre, para luego cenar lo que los demás almorzamos.
Tengo el recuerdo que desde niño me quejé con mi padre de que lo extrañaba y detestaba que trabajara tanto, que más de una vez le pedí que renunciara a sus trabajos y que compartiera más con nosotros, de encontrarme tendido en el pasto de la casa de mis abuelos un domingo por la tarde rodeados de mis hermanos, todos llorando porque el papá se tenía que ir a la casa porque al día siguiente tenía que trabajar.

Desde pequeño recuerdo también a mi madre, que en mis recuerdos se concibe más lozana y alta , siempre pendiente de nosotros, preocupada de que estuviéramos limpios, de que hubiéramos comido, de que la Belén hubiera tomado leche (supongo que porque era muy chica) y de que las tareas estuvieran hechas.

Tengo ese recuerdo de mi madre, siempre muy bien vestida y con un olor a perfume y laca, corriendo por la casa dando instrucciones a sus cinco hijos, pendiente a su vez del ornato y aseo en una casa que se desordenaba rápidamente.
Tengo ese particular resabio de sentirme protegido, de una madre que siempre se mantenía omnisciente y omnipresente respecto de una casa donde todo caía en su inmediato cuidado. Esa es mi memoria, la de una madre entregada a su hogar y a sus niños. Preocupados de que nos laváramos las manos, de limpiarnos el poto, de estar bien vestidos y de estudiar para las pruebas y de ordenar lo que desordenáramos.

Y así con los niños, nosotros, cada uno con roles muy distintos. En mi infancia inconsciente recuerdo que la Belén (1988) y yo (1986) gozábamos de la más absoluta libertad, al punto de poder desordenar sin precaver en el posterior orden, de poder comer hasta el hastío, de ver tele hasta la hora de la comida y acaso preocuparse del estudio cuando había tarea. No así mis hermanos María Inés (1984) y Pablo (1980) quienes tenían ya deberes, ya sea de secar o guardar la loza (Tarea que se antes era divisible y que desde que nos fuimos de esa casa ya puede ser realizada por uno, pese a mi doctrina disidente). De Javier (1976) bien recuerdo que asumía el rol de padre subsidiario, en las escapadas de mis padres a algún acontecimiento, quedando al sacrosanto rol de cuidarnos a nosotros. Presencié más de una gresca entre Pablo y Javier, cuando este último se excedía en sus funciones asumiendo un rol arbitrario propio de primogénitos. La verdad es que había que tener paciencia para cuidarnos.

No fue sino hasta que yo estuviera más grande y acaso algo más consciente del mundo que fui comprendiendo que esta estructura - en mi cabeza la única - no era la única, y así descubrí en mis primos y algunos amigos una estructura un tanto diversa, donde a veces la madre asumía los roles de ambos, o donde se entremezclaban los abuelos, o a veces solo estos últimos.

Conforme sigo creciendo, descubro todavía familias con relaciones más y más complejas, unas grandiosas, otras muy disfuncionales, pque en verdad siguen asumiendo - o lo intentan las mismas funciones que aprecié desde niño en mi hogar, solo que distribuidas en personas distintos, en que a veces un hermano mayor asume el rol de cuidado mientras la madre trabaja, o en que la abuela los cuida mientras ambos trabajan, etc.

He llegado a concluir que no está bien ese carácter tan rígido y estructurado de la familia tradicional o conservadora, de esos roles tan divididos y rígidos que pretenden asegurar una familia de raíces sólidas. Ese rol tan secundario y accesorio que memorizo en Civil para la mujer del siglo XIX, más pendiente del desarrollo de los niños y del cuidado del hogar que del propio desenvolvimiento, creo que la restringe como persona. Creo que ser madre es una de las condiciones más plenas en que puede hallarse una mujer, pero no por eso la única.
Y tampoco coincido en ese carácter tan distante y funcional que asume el hombre, como un factor más presupuestario que emocional, donde acaso su rol en el cuidado del hogar puede ser solo secundario e inclusive cuestionado.

No sé, la cosa es complicada. Porque yéndose al otro extremo - y sacando a la madre de su rol histórico tradicional y posicionándola en el lugar del trabajo, junto al padre- creo que la crianza de los hijos, si no es derechamente desplazada, es al menos muy disminuida en pos del enriquecimiento. He conocido de casos de padres exitosos en que la plata abunda por un lado, pero la falta de preocupación se percibe, donde los hijos terminan volcados en vicios hasta el absurdo, ingratos de la cuna de oro en que se crian.

En mi concepción de que la familia es el núcleo de la sociedad, creo que su fundamental y radical importancia se ve cada vez más pisoteada por las necesidades de arrancar a la mujer de lo que fuera su sitial en el hogar, en búsqueda de trabajar para sostener ella -sino ayudar al marido- en el mantenimiento de la familia. Y es ese transcurrir tan desordenado y precipitado, empujado por el encarecimiento de la vida, por una cultura que denigra la condición de madre por ser sólo una madre e insta a cumplir roles que eran solo del hombre, por la irresponsabilidad de traer niños al mundo sin preparar un hogar en que recibirlos.

Nadie asegura que el tradicional hogar que Bello describe y me tengo que memorizar sea garante de una buena familia, que acaso siga un rumbo dentro de lo decente y no se aventure en la perversión y las malas costumbres. Y tampoco creo que en el futuro devenir siga siendo viable - si es que ya no lo es - que la mujer se dedique exclusivamente al hogar y no contribuya al sostén del hogar. Bien constituida sería a mi juicio entonces una familia en que se asumiera una responsable y equilibrada distribución de roles, dados los elementos presentes, donde un padre se involucrara en la crianza más directa de los hijos, donde una madre asumiera un rol productivo, siempre de la mano y apoyada por el marido, sin dejar ambos a los hijos abandonados a los vicios y a la vorágine del mundo.

Por supuesto, todo mucho ruido en una realidad en que entre dos padres asumir tales roles se hace muy difícil, y donde para una madre soltera - pilar fundamental en muchos hogares de este país - es casi imposible.

De allí mi idea, quizás demasiado conservadora, de que alguna entidad, quizás la misma Iglesia, asumiera un rol más protagónico educando a los padres a ser padres, a los hijos a ser hijos, a lograr una adecuada distribución de roles ante circunstancias bastante más disímiles ante las cuales Bello redactó el Código.

(Benjamín pensando que esta columna quizás califica para El Mercurio...o es digna del Padre Berríos...jajaja).

Saludos.

lunes, 19 de octubre de 2009

segunda mitad de octubre

Me duele la espalda!

Manteniendo el blog vigente, me estoy dando cuenta que ya estamos casi en los descuentos del segundo semestre.

Faltan pruebas todavía, falta organizarse, hay que planificarse y distribuir el tiempo que queda para lograr el tan anhelado éxito.

En esa onda, hay que ponerle pino!
vamos que se puede!

(Benja hablándose asimismo como director técnico, jajaja).

Power!!

domingo, 4 de octubre de 2009

evitando la caña


Insólito. Segunda entrada. Blog toma ribetes de verdad!


Llegando ayer a las indecentes 4 de la mañana, pensando 'mmm, parece que tomé mucho tsunami' (para el lector, esto es vino con helado de piña), era inevitable pensar en ese momento mi mayor temor: amanecer con una caña como las reverendas, que me iba a cortar o dificultar severamente el día siguiente.

Fue entonces que recordé ese sabio consejo que me dieron una vez: Si tomas copete, tómate hartos 3 ó 4 vasos de agua antes de acostarte.

Y así, me zampé unos 4 vasos largos , tomándome asqueado casi un litro de agua al seco.

y me van a creer que me funcionó! No amanecí con una caña como las reverendas.

Ahora, me concentro en intentar descubrir por qué sucede este milagroso efecto:

En el Antro descubrí este topic , donde recomiendan ciertos consejos. La verdad, yo me compro el de zaparse 4 vasos de agua al hilo. Funcionaaaa!

http://www.antronio.com/f7/trucos-evitar-resaca-y-que-de-excesiva-sed-que-provoca-274561/